Nolan Schmerk

Traducido del inglés por Carolina Camacho

Declaración del artista

Soy un escritor anishinaabe del noroeste de Ontario que recientemente comenzó a trabajar a tiempo completo en el arte de la palabra. En 2022, quedé en segundo lugar en el concurso de escritura de microrrelatos matutinos de CBC Radio Superior; al año siguiente, gané el primer premio. En 2024, me aceptaron en el programa de tutoría del Círculo de Escritores Indígenas en Audio, donde recibí la tutela de autores consumados de los Pueblos Originarios. Trabajo medio tiempo como cineasta, DJ, poeta y compositor y he lanzado de forma independiente cuatro proyectos musicales. Soy de ascendencia mixta y provengo con orgullo de la Provincia de Infinitos Arándanos.

La vida es agua

Sahumerios ceremoniales . . . El amanecer al Este. . . Saltando de carro en carro. . . Siete Plumas Caídas . . . adelantándonos a lo planeado . . . Estos mosquitos malditos . . .

 

* * *

Al tercer timbre, contesto.

“Hola, tía”.

“Boozhoo, sobrino. Estaré allí en quince minutos. Nos vemos pronto”.

Click.

Las cuatro y cuarenta y siete. ¿Tiempo suficiente para una última siesta?

No tuve suerte. Desperdicié demasiado el tiempo y antes de que pudiera lavarme los dientes, mis quince minutos se acabaron.

Las luces del carro se acercan a la entrada. Es hora de irnos.

Tomo mi ofrenda de tabaco y mi chamarra, me amarro los cordones de mis Birks y en un segundo estoy afuera.

Saludo bostezando, me pongo la chamarra y me subo la cremallera antes de subirme al puesto del copiloto y ponerme el cinturón de seguridad.

“Hace un poco de frío, ¿no?”

La tía lleva su buzo azul con capucha y su falda tejida con capas de telas y cintas de colores.

“¿Qué tal un café? Podemos hacer una parada en Tim Hortons después de recoger a Laura y su amiga”.

“No creo que sea una buena idea. Lo último que necesito es tener ganas de orinar justo cuando sea mi turno de sostener el bastón del Águila”. 

Reconsidero la oferta de mi tía después de contemplar el largo día que me espera.

“Negro y extra grande, por favor. Gracias.”

Voy en piloto automático, en el asiento del copiloto, con los ojos cerrados, sintiendo las texturas del asfalto mientras conducimos por la calle Red River. Está tranquila Hay quietud en la mañana. Está completamente oscuro, pero hay una luz brillante a nuestra izquierda: La Luna de Fresa está en pleno esplendor.

Nos detenemos en Dawson, pero no hay nadie allí. El parqueadero está silencioso. Vacío.

Mi Tía envía un mensaje de texto rápido y me mira. 

“Les daremos cinco minutos”.

“¿A qué hora sale el sol?”

“A las cinco y cincuenta y ocho”.

Eran las cinco y cuarto

“¿Y dónde nos reuniremos con los demás?”

“Por Hazelwood, a unos pasos de la autopista. Sherrie conoce el lugar y llegará pronto con la concha para quemar el sahumerio. Una vez que nos hayamos limpiado con el humo sagrado, ella recogerá a Nibi (el agua) y seguiremos nuestro alegre camino.”

“¿Eso es a unos diez minutos de aquí?”

Miro la pantalla del reloj en el tablero y luego miro el estacionamiento vacío del Walmart, buscando señales de la camioneta de Laura. Mi Tía ilumina la oscuridad con su celular.

“Sigue sin responder. Será mejor que nos vayamos si queremos ganarle al sol.”

* * *

Sherrie no está en el lugar acordado. No hay nadie. Todavía está oscuro, pero hacia el este se ven rastros sutiles de la luz del día que se aproxima.

* * *

Espero a que Sherrie le pase a la Tía el balde de cobre antes de extender mi brazo y recibir el  bastón.

“Miigwetch.”

Cuando empiezo a caminar, no puedo evitar los recuerdos. Estoy de regreso en octavo grado. Es la clase de atletismo. Nuestro equipo está corriendo la carrera de relevos y va en camino de quedar en primer lugar, bueno… hasta que dejo caer el bastón. 

Ofrezco semaa sobre la tierra y el recuerdo se esfuma.

“Creador, guía mi mano. Manténla firme y sincera.”

La Tía va unos pasos adelante y un poco a mi derecha, tarareando oraciones, bendiciendo el agua con cada paso, siempre avanzando.

Detrás de nosotros, Sherrie y los demás avanzan haciendo crujir la grava, la camioneta de Laura consume mucha gasolina, lleva las estacionarias encendidas todo el tiempo. La seguridad, ante todo.

Delante de nosotros nos espera Laura, que está ocupada espantando mosquitos mientras alisa su falda de cintas. Cuando nos ve, apaga el cigarrillo, toma un par de fotos de la Tía y de mí y se prepara para el relevo.

* * *

Nunca sabes el tipo de carro que heredarás después de pasar el balde y el bastón.

Esta vez nos toca un Ford F-150. Un paseo para fumadores.

“¿Dónde están las luces intermitentes en esta cosa?”

Siempre me aseguro de utilizarlas cuando estaciono a un lado de la carretera o cuando voy a paso de tortuga. A pesar de que esta función está disponible en todos los automóviles que existen, rara vez se encuentra en el mismo lugar.

¿Sería ahora — que estoy sentado al volante— un buen momento para decirle a mi Tía que no se me ocurrió traer ni la billetera, ni la licencia de conducción? ¿Es probable que nos detengan?

“¿Por qué no trajiste tu documento de identificación?”

“Me gusta viajar ligero.”

Cambio de neutro a primera y comienzo a seguir a los caminantes, dejando un pequeño espacio para permitirles el privilegio de estar con la Naturaleza sin ser perturbados.

* * *

Era una mañana fresca y serena en el bosque boreal, la primera vez que experimenté caminar con el agua.

“¿Oyes eso? Suena como si alguien estuviera caminando detrás de nosotros.”

No sonaba como si alguien estuviese caminando detrás de nosotros. Alguien caminaba detrás de nosotros. Solo que si dabas la vuelta y echabas un vistazo, no había nadie allí. Nada. ¿O había alguién? 

A veces, creer es ver y no al revés. A veces, tienes que filtrar el mundo que te rodea y luego observarlo a través de tu corazón.

“La Creación está alrededor de nosotros,” susurró la Tía, con la mirada siempre hacia adelante.

A veces es Waawaaskeshii (venado) quien se queda allí de pie en el claroscuro matutino deseándonos lo mejor mientras damos el primero de muchos pasos en esta ardua jornada. A veces es Migizi (águila) quien se eleva hasta el cielo antes de posarse en las ramas de un pino alto. A veces es Waboose (conejo) quien sale corriendo de debajo del suelo del bosque, moviendo la nariz para protegerse del viento.

Nunca sabes. 

Mejor dicho: cuando caminas con Nibi (el agua), lo mejor es esperar lo inesperado. Aprende a saludar a todos los que se detengan y te digan hola.

Waynaboozhoo, Kitchie Manitou.”

Saco tabaco de mi bolsillo y lo ofrezco a la tierra. 

* * *

Laura camina a un ritmo lento y constante. A ella le gusta cantar cuando camina.

“Cantar es sanación.”

Me siento mal. No me sé ninguna canción. No hablo la lengua anishinaabemowin. Lo que sé es muy poco, de hecho, entonces prefiero permanecer en silencio — me mantengo callado. En mi cabeza, rezo… y en mi corazón también.

* * *

“¿En qué lugar queda el parque George Burke?”

Tres vehículos están detenidos (vagando, perdidos) en una intersección de cuatro vías, bloqueando el tráfico, reagrupándose.

Estamos perdidos.

Después de zigzaguear y cruzar todo el barrio, de repente mi memoria entra en acción.

Una amiga cercana solía pasear a su perro por ese exacto recoveco del bosque. Conozco el lugar.

“La entrada está junto al cementerio. Síganme”.

Arranqué el carro de la Tía.

* * *

Sherrie camina con rapidez y autoridad. Ella es fuerte. Es resiliente. Es una sobreviviente, pero tengo la sensación de que lleva dentro una ira profunda y mucho dolor.

La historia no ha sido amable con la gente de esta tierra.

Cuando estoy en su presencia, observo con mis oídos y escucho con mis ojos. Absorbo todo el conocimiento que puedo y espero no comprometer las enseñanzas de ninguna manera.

He caminado con Sherrie en varias ocasiones y cada vez que nos encontramos le tomo más y más aprecio. Me gustaría pensar que el sentimiento es mutuo, que poco a poco me voy ganando su confianza, pero con personas fuertes y silenciosas nunca se puede estar demasiado seguro. Una cosa es cierta: el respeto puede ser una calle en ambos sentidos, pero no se gana de la noche a la mañana.

* * *

Elisabeth, la amiga de Laura, se une a la comitiva en la tienda Shoppers y de inmediato lo estropea todo.

Voy siguiendo a Sherrie, quien empieza a disminuir el paso cuando ve a la Tía limpiando con el sahumerio a la recién llegada.

Con semaa en mi mano derecha, estoy listo para ofrecerlo en el momento en que Laura toma el bastón de Águila. Elisabeth sostiene el mango del balde de cobre firmemente en su mano.

Y se van.

Excepto que las reglas dicen que quien lleva el agua siempre debe moverse hacia adelante; nunca retroceder y nunca detenerse. Nibi no se detiene. . . ¡nunca! Y no mira a los lados. Ese es el trabajo de quien lleva el bastón. Él será el ojo, dirigirá el tráfico, y apretará —según sea necesario— todos y cada uno de los botones para el paso peatonal. La que lleva el agua debe confiar únicamente en su fe ciega.

Por esto es recomendable estudiar el mapa de la ciudad que la Tía siempre proporciona amablemente en el tablero de cada vehículo, para saber cómo navegar por las transitadas calles… y qué camino tomar.

“Están yendo por el camino equivocado. No deberían estar hablando. Laura tiene el bastón, —¿por qué no ha apretado el botón? Oh… nunca deberíamos haber hecho el paso del bastón justo aquí.”

Sherrie está enojada.

Habíamos conducido en caravana de carros toda la mañana, saltando entre ellos desde las afueras de la ciudad, haciéndolo con confianza, sin incidentes. Bajamos por Dawson, atravesamos John antes de abrirnos paso por Riverside. Ahora estábamos a punto de llegar a nuestro destino: Neebing-McIntyre Floodway.

Habíamos caminado colectivamente un poco menos de veinte kilómetros durante más o menos en cuatro horas; íbamos a buen ritmo. La Tía estaba a punto de llamar a Java Hut para reprogramar la recogida de comida. Teníamos previsto llegar alrededor de la una.

Eran las diez y catorce.

* * *

Sherrie toma una decisión ejecutiva y detiene temporalmente la caminata.

De la parte trasera de su vehículo, saca un envoltorio en una manta roja. De él, saca con cuidado una piedra sagrada y la pone sobre el pavimento, luego guía a Elisabeth hacia ella y le instruye que mueva el balde en círculos alrededor de la piedra abuela, cuatro veces.

“Hazlo en la dirección del sol.”

Le dicen a Laura que coloque un puñado de tabaco sobre la piedra antes de poner sobre ella la punta inferior del bastón. Cada uno de nosotros, por turnos, colocamos semaa sobre la piedra. Luego, Sherrie toma a Nibi y acuna el balde contra su pecho, adivinando nuestros próximos pasos.

“¿Cómo corregimos nuestro camino y retrocedemos sin ir contra la corriente natural?”

El agua nunca se cruza a sí misma y ​​es deber del caminante no sólo moverse como el agua, sino también pensar como ella. 

* * *

—¿Qué quieres decir con pantalones largos? ¿Qué tienen de malo estos?

Llevo jeans cortos. Levis. 501.

“Podrías haber dicho algo esta mañana a primera hora cuando me recogiste al amanecer, ¿no? Además, ¿nuestras costumbres no están basadas en la tradición oral? Así que no, no leí el folleto. Deberías haberme dicho que los pantalones cortos son inaceptables… si es tan importante. Menos mal que quedan justo debajo de la rodilla, ¿eh?”

Me gusta tomar del pelo a la Tía.

Tenemos tiempo libre mientras esperamos el regreso de Sherrie y Laura. Aprovechando la situación, busco un lugar tranquilo para hacer pis. La Tía le da a Elisabeth un curso intensivo sobre el protocolo anishinaabe.

* * *

“Ya vienen”.

Sherrie sostiene a Nibi. Laura tiene el bastón.

Las dos regresaron al lugar donde se había alterado el camino original, hicieron el ajuste adecuado, luego volvieron a dar vuelta en una gran curva inversa, como un río.

* * *

“Déjame aclarar esto. ¿Me estás diciendo que si yo fuera el último ser humano en la Tierra, no podría llevar el agua? ¿Incluso si ya no hay otra alma viviente caminando por el planeta?”

“Me temo que no, sobrino.”

“Entonces, como hombre, estoy destinado a portar el bastón… ¿nada más, nada menos? Pero como mujer, ¿puedes llevar el bastón, el balde o ambos? Me suena un poco injusto, como una especie de doble moral. ¿No estaría el Creador simplemente feliz por el hecho de que alguien, cualquiera, esté llevando adelante la tradición, independientemente de su género?”

“Supongo que si alcanzas el agua y un rayo te mata, tendrás tu respuesta”.

A la Tía también le gusta tomar del pelo.

* * *

En la última etapa de nuestra jornada, la Tía va a la cabeza. Yo camino dos pasos detrás y los demás me siguen. A pesar de tener las extremidades cansadas, marchamos como uno solo. A medida que nos acercamos a la desembocadura en el Lago Superior, nuestras fuerzas comienzan a regresar. De repente, el balde de cobre y el bastón del Águila prácticamente no pesan.

Al llegar a la orilla del agua, la Tía hace una pausa para orar en silencio. Luego habla en anishinaabemowin, honrando la tierra mientras festeja el agua.

“Caminamos por el agua. Nos movemos como el agua, todo el día, hasta llegar a nuestro destino. Llevamos con nosotros tabaco para ofrendarlo a cualquier río o arroyo que crucemos… y para honrar a cualquier animal que encontremos en el camino. Hacemos esto para honrar a todas las formas de Nibi, para que los ríos, lagos y océanos estén sanos, para nuestros antepasados ​​y las generaciones futuras. Por ti, Creador, cantamos y rezamos. Y por ti, nuestra juventud caída, que descanses en paz.”

La Tía vacía Nibi en el cauce… pero no antes de que Sherrie tenga la oportunidad de recoger unas conchas cauri.

“La necesitaremos para la próxima vez”.

Sherrie, Laura y Elisabeth ofrecen cada una su semaa sobre la superficie del agua. Yo voy último, tocando la parte inferior del bastón con el agua, y un par de canciones por si acaso.

“… Way-ya-hey-ya-hey-ya-ho”.

Es hora de comer. Démonos un festín.

* * *

Cuando la luna vuelva a estar en todo su esplendor, nos reuniremos y caminaremos juntos. Ya sea la Luna de las Flores o de las Fresas, La Luna del Ciervo o del Esturión.

Mira un fragmento de “La vida es agua”, animado por el autor 

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